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sábado, 25 de septiembre de 2010


SUEÑO DE UNA NOCHE DE MARCIANOS

Carezco de información para saber todo lo referente a los sueños; frecuencia, duración y sobre todo significado. Es inexplicable la sensación que producen estos viajes astrales en los que, como dicen los que saben, reflejamos lo más bajo de nuestros temores a través de este estado de relajación.
Confieso que uno de mis temores fascinantes es la posibilidad de pensar y creer que existan seres extraterrestres que visiten nuestro planeta. Los he visto. Independientemente de que hace un par de semanas tuve un encuentro cercano del tercer tipo con H.G. Wells y su Guerra de los Mundos.
Este sueño y sus secuelas comenzaron desde hace 2 años aproximadamente. Recuerdo muy bien la noche del primer sueño, no había tenido algún tipo de referencia durante el día. Hablar de marcianos no es un tema que se discuta durante la comida y tampoco había surgido algún avistamiento en la televisión o imagen en internet. No cené, por si la lenta digestión nocturna fuera causa directa de estos escenarios alucinantes.
Era de noche, mentiría si supiera con exactitud la hora y mucho menos el lugar, estaba sola parada afuera de una casa ubicada en lo alto de una montaña. En un ángulo en picada veía el resto de las casas que se encontraban alrededor y la ciudad más abajo.
De repente un gran sonido, algo así como una sirena de bomberos, pero con una cierta actitud terrorífica inundó todo el sueño. No entendía nada.
Miré al cielo, y como si se tratara del apocalipsis, helicópteros y grandes aviones intercambiaban luces con otras naves que por el oscuro cielo no podría describir. Lo que sentí en ese momento fue un terror que me paralizó por varios segundos mientras trataba de entender la invasión extraterrestre de la que éramos víctimas. Pero, ¿dónde estaba mi familia?
Entré corriendo a una casa, era de un piso. Me tranquilicé al ver a mis hermanos y a varios amigos, pero nadie sabía lo que pasaba afuera. No tuve el valor de decirles. Mi novio lo sabía y juntos cubrimos todas las ventanas con madera. Todo siguió normal.
Algo cimbró la pequeña casa y todos se enteraron de lo que pasaba en el exterior, como si hubieran despertado. Era momento de irnos, ¿pero cómo? Yo no tenía la intención de correr sin una meta, me preocupaban mis hermanos. Escuché que alguien sabía arrancar el mecanismo que hacía volar la casa. Con cierta desconfianza caminé hacia la parte trasera, estaba oscuro. Mi hermano sabía cómo salir de ahí echando a andar un gran motor. Lo hizo.
Sorprendentemente, la casa comenzó a elevarse poco a poco y avanzamos entre las calles, mientras explosiones comenzaron apenas a escucharse en mi sueño.
Avanzamos varias calles. Al dar la vuelta y encontrarnos en un callejón sin salida un pequeño ser apareció justo debajo de nosotros. Era como un duende, segura que medía menos de 50 centímetros, era feo. Comenzó el pánico en la casa-nave, un disparo y desapareció. Es genial como en los sueños uno puede ir encontrando la utilería necesaria para formar la historia.
Retomamos el curso sin rumbo fijo. Había amanecido con un cielo despejado. Extrañamente algunas paredes de la casa y el techo habían desaparecido. Ahora viajábamos en una especie de base flotante.
Todo estaba inundado. La ciudad debajo de nosotros, sin saber la causa, estaba bajo el agua, desierta, acabada e irreconocible. Llovió y escampó.
Llegamos a un vetusto edificio al final de la calle. Otra cosa que me sorprendió fue ver a los animales atravesar un gran caudal para encontrar resguardo.
Todos bajamos del vehículo volador y entramos por una ventana del quinto piso. Alegría total: ahí estaba el resto de mi familia y mis amigos.
Desperté. Este extraterrestre sueño me ha seguido varias noches. Una o dos veces al mes, el mismo cielo brillante, las naves… y nunca dejo de tener miedo. Gaba*

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