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martes, 2 de noviembre de 2010

qué buen regalo: el libro.

“El presente libro pretende ser un homenaje a las mujeres más incomprendidas, más emblemáticas, más envidiadas, más deseadas…”

Así comienza Mujeres malas y perversas de Rosa Ma. Santidrián Padilla que demuestra desde la primera página que las mujeres han sido el sexo débil porque el hombre así se lo hizo creer desde el principio de la humanidad. Conocidas como “Hijas de Eva”, bajo una maldición milenaria desde que la primera mujer en el mundo: Eva, decidió “confabular” con la maldad para desterrar al hombre del paraíso, desencadenando una serie de acontecimientos relacionados con la suerte de nacer mujer.

¿Nacidas en China e India que morían de hambre en hospicios o asesinadas por sus propios padres?

Lo correcto de los siglos: jóvenes recién desposadas a las que se les recomendaba que en su noche de bodas; cerraran los ojos, abrieran las piernas y pensaran en Gran Bretaña.

La ideología del feminismo surgida para rebelarse de todo dogma histórico. Mujeres conocidas y desconocidas van del amor hasta esta doctrina llamada Luciferismo con su simbología.

¿Qué tanto han cambiado los tiempos? No tanto, diría yo.

Es cierto que se han abierto muchos campos en donde antes las mujeres no figuraban, el machismo continúa sigue componiendo una sociedad que parece caminar en retroceso.

El miedo ante las oportunidades es lo de menos, ahora son otros los factores que convierten a las mujeres en blanco de muchos. Los asesinatos ahora se llaman feminicidios, y al menos en México, la ley y la doble moral han castigado a inocentes poniéndolas tras las rejas por abortos “inducidos”, y qué decir de la explotación sexual que las ha convertido en mercancías sin voluntad. Interminables censuras.

¿Qué si han cambiado los tiempos?

Cada día se reescriben las historias de millones de mujeres a través del matriarcado.

Soy privilegiada, no por haber nacido en estos tiempos, sino por el hecho de ser mujer y poder elegir en ser mala y perversa como pretexto para convertir a una sociedad igualitaria en donde el género en un presente sea lo de menos, y así, dejar de ser un objeto de percepción.

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